Durante los últimos años, son bastantes los programas de
cocina que dominan los rankings de audiencias en televisión. Nombrar a Carlos
Arguiñano es nombrar al cocinero más veterano y conocido de cuantos aparecen
actualmente en televisión; sin embargo, son los programas ‘Masterchef’
(miércoles a las 22:30 en TVE) y ‘Pesadilla en la Cocina’ (lunes a las 22:30 en
La Sexta), dos de los programas más conocidos que han surgido recientemente
para liderar esta fiebre por los programas de cocina.
En este sentido, conviene señalar que de la misma manera que
son numerosos los restaurantes que han sucumbido a las críticas de Chicote, y
muchos los chefs que no superan las expectativas de Jordi Cruz, Samantha
Vallejo-Nágera y Pepe Rodríguez Rey (todos ellos jurado de Masterchef); cosa
muy distinta sucedería con el equipo de cocina del comedor social de La Puebla
de Montalbán. Aunque para ser sinceros, más que un equipo puede considerarse
una auténtica familia.
De la misma manera que ‘Pesadilla en la Cocina’ deja en
evidencia a muchos restaurantes mostrando al público sus vergüenzas en la
cocina, Alberto Chicote no tendría más remedio que ensalzar la higiene y
pulcritud de nuestro comedor social. La comida en mal estado y los utensilios
de cocina sucios que se amontonan en el
fregadero de dichos restaurantes (algunos de ellos situados en pleno centro de
ciudades como Madrid, Valencia y Barcelona), contrasta con la limpieza
profesional que todas las cocineras del Comedor Social ejercen en la cocina,
actuando con más rigor incluso que si estuviesen cocinando en las cocinas de
sus hogares la paella del domingo para sus familias.
Los grandes restaurantes del mundo como el Noma de Copenhague
o el Celler de Can Roca en Gerona, entre otros muchos que dominan año a año los ranking más
importantes de las biblias gastronómicas como La Guía Michelín, ahora tienen
una nueva familia de cocineras en las que fijarse. Tal vez no aspiren a liderar
un programa en prime time, ni si quiera a tener un asiento en el asiento de
Masterchef y tampoco a ninguna estrella Michelín; pero sí podrían impartir una
importante lección a los más reputados gurús de la cocina internacional: una
lección de humildad, compañerismo y solidaridad.
“Aquí trayo una cebolla y un
poco de queso, y no sé cuántos mendrugos de pan, dijo Sancho; pero no son
manjares que pertenecen a tan valiente caballero como vuestra merced. Que mal
lo entiendes, respondió Don Quijote: hágote saber, Sancho, que es honra de los
caballeros andantes no comer en un mes, y ya que coman, sea de aquello que
hallaren más a mano: y esto se te hiciera cierto, si hubieras leído tantas
historias como yo, que aunque han sido muchas, en todas ellas no he hallado
hecha relación de que los caballeros andantes comiesen, si no era acaso, y en
algunos suntuosos banquetes que les hacían, y los demás días se los pasaban en
flores. Y aunque se deja entender que no podían pasar sin comer y sin hacer
todos los otros menesteres naturales, porque en efecto eran hombres como
nosotros, has de entender también que, andando lo más del tiempo de su vida por
las florestas y despoblados, y sin cocinero, que su más ordinaria comida sería
de viandas rústicas, tales como las que tú ahora me ofreces: así que, Sancho
amigo, no te congoje lo que a mí me da gusto, ni quieras tú hacer mundo nuevo,
ni sacar la caballería andante de sus quicios.”.
Parte de la familia del Comedor Social terminando un Pisto Manchego |
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